
Desnudo me encuentro bajo tu piel.
Me tomo cinco segundos.
Luego respiro.
Y ya sumergido en tu diluida sangre,
recorro todo tu cuerpo,
con la ingenua intención,
de encontrarme en él.
Llevo en mis manos
la otra mitad de los recuerdos que compartimos.
Aquella mitad que me pertenece.
Aquella mitad que complementa el rompecabezas de nuestras vidas.
Y que, sin tu mitad, nunca tendría razón de ser.
Pero vaya sorpresa, me he perdido,
entre un campo de flores y mariposas
que anida caliente bajo tu vientre…
…Y el motivo no soy yo.
…El motivo es él.